Vistas de página en total

lunes, 3 de febrero de 2025

Eurovisión


 Ay ay ay el de la gorra que diría Edgar Neville en su inolvidable "La vida en un hilo". Como decía la Pradera "yo también tuve veinte años" y también me interesó el festival de Eurovisión, pero a esa edad ya se me había pasado el interés. Creo que la última vez que me lo tomé en serio fue con el olvidado Braulio y su "Sobran las palabras" (deliciosa y triste canción que representó a TVE en el 76), y ya desde el 82 con la dichosa barca es que no le hice ni caso. Ay, ay el de la gorra, válgame San Válgame. A estas altura de la historia, cuando ya se supone que no existe el analfabetismo y que tenemos como país una mínima formación, cabría esperar que atendiendo a la evolución de dicho evento se le hubiera puesto en su sitio en y otorgarle la importancia que tiene. O sea la justa de unas cuantas horas de emisión televisiva y poco o nada más. No seré yo quien diga que "festivales como los de entonces", no desde luego, había notables y muy indigestas cursiladas de infaustísimo recuerdo, como Jean Jacques en el 69 (año 69, viciosos) con "Maman", o Julio Iglesias con "Gwendolyne", y horteradas sublimes como "Vivo cantando" del mismo año. Tampoco voy a decir que era una Europa más pequeña, obviamente, ni que cada país cantaba en su idioma, no en un inglés, que me temo macarrónico, tampoco voy a elogiar las puestas en escena que no eran tales. Simplemente un cantante, macho, hembra o grupo mixto, salía y cantaba. Y es que entonces era el "festival de la canción" y lo que importaba era eso: la canción. 

¿Qué es ahora dicho espectáculo? Eso quisiera saber yo.. Visto lo visto. Para empezar lo de "euro" ya es más que cuestionable con países como ¡Australia! o Islandia o Israel, que no son europeos ni de coña. Claro que lo de "canción" tampoco va mucho más afinado. Desde hace unos años hay una serie de requisitos para destacar y triunfar en este evento que poco o nada tienen que ver con términos como "canción", "música" o incluso "idioma", a saber:

Ser hembra. Nada nuevo, siempre fue así.

Lucir mucha chicha, bien de la cantante, o de los coros como los culos de macho que "adornaron" la representación española el año pasado. 

Esos dos requisitos implican que las cantantes o los coros sean carnalmente apetitosos o, dicho a lo bestia, que estén buenas/os.

Vestuario: escaso, ceñido, vulgar, brilli-brilli. Como Salomé en el 69 (año 69, viciosos) pero con mal gusto. 

Una posición básica: el despatarre. Y no el exquisito del ballet, no, el despatarre más zafio de la estrella porno.

Un debate/polémica sobre la sexualidad de sus intérpretes, que si binario, que si trans, que si patatín con algarrotín, que si patatán con algarrotán. Desde aquel artista que cantó "Viva la diva" con una barba cerrada y un espectacular vestido. Canción tonta, pero justificada, si queremos, por cierta reivindicación hoy añeja, hoy convertida en espectáculo al servicio del sistema. 

Puestas en escena: mucho foco, mucha gente, mucho brillo, mucha demostración atlética, poca tela, mucho gimnasio, y poco más.

Idioma: eso ni se sabe, por lo menos en este país. ¿Por qué? Pues por que aunque damos por sentado que cantan en español, no hay manera de entender lo que, se supone, que dicen. 

Lo que me pasma y me deja patidifuso, pasmao, petrificado, alelao, y flágido es que se le dé tanta, tantísima importancia. Que haya personas a quienes les importa. Que casi abran los informativos con el tema. Que haya medios que se hagan los tontos diciendo que "este año tenemos posibilidades" cuando sabemos quien va a votar qué desde hace muchos años. Que se gasten millones en semejante farsa mal hecha y que haya gente que comulgue con ruedas de molino. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario