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viernes, 21 de febrero de 2025

Reflexiones de un viejo en pelotas 3: La vida [breve]

 

 

   Veamos. Un adolescente con un padre loco, sin madre, conviviendo con una madrastra que quiere ver muertos a él y a su hermano menor, obligado a casarse con su prima con graves trastornos mentales, cuyo abuelo común es el dueño de la empresa y que, a los pocos meses de casarse se muere a los diecisiete años. ¿Parece el tema de una comedia rockera? ¿Parece un chiste de Lalachus? ¿Un capítulo de Big Bang Theory? ¿Una revista de Lina Morgan o Coslada?. Si no habéis caído estoy hablando de Luis I de España, hijo del obseso sexual y grave enfermo mental Felipe V, hijo de la malograda Luisa Gabriela de Saboya, hijastro de la ambiciosa Isabel de Farnesio, hermano de quien sería Fernando VI, nieto por partida doble de Luis XIV y, por vía ilegítima de madame de Montespan, esposo de Maria Luisa de Orleans y hermanastro de Carlos III. 

    Sé que no es ni con mucho el más conocido de los monarcas de la casa de Borbón, ni de los más conocidos de la historia de España, pero Luis I, el breve, protagonizó un delicado momento de este reino, no tanto por él, que apenas tuvo tiempo de nada, como por la situación que creó su padre presa de graves trastornos depresivo-obsesivos. 

    La pregunta es ¿en serio se merece un personaje trágico como este esa mamarrachada de serie? Una comedia poligonera rodada en escenarios de patrimonio nacional. ¿En serio un personaje trágico como ese muchacho, condenado a un destino inapelable, no merecía una serie que mantuviera hacia él un mínimo respeto? Aficionado como soy a las series y películas históricas no he visto jamás ni en las americanas, ni en las inglesas, ni en las francesas, ni siquiera la chapuza impresentable de Ridley Scott con su ofensiva "Napoleón" han sometido a sus reyes ni personajes históricos a burlas tan burdas y barriobajeras como esta. "Farinelli" nos presentaba a un Felipe V enfermo, dejando claro que tenía gravísimos problemas mentales, en ningún momento como objeto de escarnio. Es cierto que es fácil hacer un sainete de cualquier historia, por ejemplo: el orgiástico Enrique VIII follándose to lo que se menea y decapitando a diestro y siniestro, sifilítico perdido y su hija, la reina "virgen" con las mismas nobilísimas costumbres y acobardada ante cualquier decisión, deformada por la viruela etc. Si eso no es tema de un vodevil lleno de sexo, violencia y puertas (un vodevil no es tal si no hay un montón de puertas) que alguien me diga qué lo es. Si el micropene de Napoleón según unos o su megaverga, según otros, su afición a las "damas" y al sexo más bien cochinete con Josefina a la que pedía que no se lavara para ejem, ya sabemos para qué. Su edipo mal curado, su caterva de hermanitos y su afán de coronarlos a todos como quien compra regalos de Navidad para la familia, y hasta su megalomanía en Santa Elena ¿no son dignos de mofa y befa? Claro, esos países respetan su historia. Está claro que no es el caso. 

Es cierto que hay en la caricatura de serie un aspecto de crítica o sátira a momentos actuales, pero eso no debería sino acentuar el sentido trágico de un país tan condenado a un destino nefasto como su protagonista, gracias, entre otros, a gente como los emporrados de los autores de la misma (si no van fumados, no me lo explico). Claro que para hacer un trabajo serio en este nivel hay que, diciéndolo a la castiza, "tener cojones". Algo de lo que aquí se suele carecer salvo para apuñalarse por un partido de fútbol o violar en manada. Me explico. 

Hacer un trabajo serio a nivel televisivo sobre el reinado de Felipe V implica abordar temas peliagudos pues el ex-duque de Anjou emprendió la loca idea de unificar un reino centrífugo con unas ideas relativamente modernas pero de rabiosa modernidad para esos reinos unificados en la misma cabeza coronada y nada más que venía de un monarca que pasó su vida entre reliquias de santos muertos y exorcismos para intentar mejorar una salud podrida por la casi infinita endogamia, de un sistema doblegado por la Santa Inquisición y por las fuerzas centrífugas inherentes a nuestra condición. Y para afrontar las consecuencias mediáticas y políticas que traería hacen falta eso: cojones. 

Un detalle para reflexionar, en pelotas o no: si se tratara con la misma chanza y escarnio a una familia como, pongo por caso, la de Alba, la de Juan March o la de Franco ¿se toleraría? ¿no estarían las "fuerzas vivas" bramando como ciervos en berrea? ¿No sacarían pancartas presentando a sus personajes como Inmaculadas o Santos Mártires? Sinceramente, si yo fuera Felipe VI demandaría a los autores sin temblarme la mano por injurias, calumnias y tergiversación. Afortunadamente el Rey es más sensato que yo por que la que le caería si lo hiciera iba a ser tan salvaje como injustificada. 

A nivel ya puramente estético o creativo tampoco hay mucho que salvar. El vestuario, aceptable e incluso brillante, salvo la aberración de presentar a Farinelli como una locaza disfrazada de Drag Queen. Las interpretaciones quizás sea lo que se salva pues defienden sus papeles infames con una cierta dignidad, muy especialmente Javier Gutiérrez con un Felipe V que oscila de lo ridículo a lo trágico como enfermo mental que era, con soltura de actor con mayúscula. Isabel de Farnesio correcta y elegante en su interpretación. El papel de Luis es indefendible y el de su esposa convertida en una lesbiana postmoderna reivindicativa, también, sus intérpretes hacen lo que pueden. Pobres. La música es particularmente infame: rock y en inglés. Se me cae la cara de vergüenza al verlo. El lenguaje, obsceno y barriobajero, el rigor histórico brilla por su ausencia, el tratamiento de los personajes, ofensivo, y la ocasión de dar a conocer a los espectadores no versados un momento de nuestra historia echada al vertedero.

Una última pregunta ¿es éste el respeto que se tiene por nuestra historia?

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