Bueno, lo dejábamos hablando de la tradición y la obra almodovariana. En realidad creo que el tema merecería mucho más espacio y conocimiento de los que dispongo. En cualquier caso el esperpento y lo que yo denomino con bastante mala uva "el imperio de lo cutre" forman parte de ambos. Aclaro lo de "el imperio de lo cutre". Veamos. Si nos hundimos en la pintura española, ojo que Pedro a menudo "compone" cuadros plásticos que tienen que ver con la pintura y mucho (ejemplos: los interiores de Átame, el salón de Kika claramente influido por el derroche colorista mexicano y así sucesivamente) lo que mezclado con la sabiduría y las referencias cinematográficas como el "plano tatami" de Kenji Mizoguchi que usa en obra tan temprana como ¿Qué he hecho yo para merecer esto? o en la más conocida Mujeres al borde de un ataque de nervios (plano de los zapatos mientras Carmen pasea inquieta por el piso o el plano del desmayo con las gafas en primer término) logran efectos más o menos fluidos. Bien, decía que en la gran pintura española nunca encontraremos lujo. Cuando en Europa hacen bodegones ponen copas de cristal, comida abundante, frutos caros, abundancia; frente a ellos nuestros bodegones máximos, que les dejan muy atrás ¿que representan?: dos o tres cacharros de cerámica vasta, de uso -nada de porcelanas- (Zurbarán), un cardo (Sánchez Cotán) o el éxtasis pictórico y gastronómico más excelso, un par de huevos fritos (Velázquez). Esa es nuestra verdadera tradición cultural: del Quijote a La colmena, de Azcona a Pedro (salvando las distancias que queramos) es la tradición de quitarnos el hambre a bofetadas, de lo mínimo. En cine ¿cuales son las obras maestras? Plácido, Atraco a las tres, Bienvenido Mr. Marshal, etc. Que, por cierto, no hacen más que retomar el sainete y la zarzuela. Lo malo es cuando nos ponemos estupendos y nos ponemos en plan fino: el peor Saura que cuando se deja ir hace maravillas como El séptimo día.
Esa vulgaridad profunda de lo cotidiano, del diario más humilde, del de peor gusto, es esencial en la obra de Pedro. Si algún reproche hago a menudo a mi director favorito, o sea, él, es que se deja llevar por el diseño a menudo de un modo que canta en exceso. Ejemplo: la decoración de una casa humilde recreada en Volver o el cigarral de La piel que habito, e incluso en los objetos que rodean a Leo en La flor de mi secreto que, sin embargo, contrastan con la paella cubierta con papel de aluminio.
En Los amantes pasajeros ese contraste es más evidente, el diseño es diseño y está en su sitio, y esa cutrez ibérica pata negra en el idioma y en las palabras que se pronuncian ocultando más que mostrando en un extraño juego que, encima, disipa con historias paralelas. Lo que hace de esta película, sin duda no la mejor de Pedro, una especie de niebla o de juego de cajas chinas en el que puedes entrar a varios niveles o no entrar y tomarla en conjunto. Delicado equilibrio, como el de Paz Vega en su escena cumbre en esta película, que puede despistar. Otro defectillo para la inmensa mayoría y virtud para mí es que las películas de Pedro nunca, repito, nunca se aprecian en su totalidad en una única visión. Los objetos, los fondos, las músicas, al conocer la historia que es lo atrapa la primera vez, van añadiendo matices, homenajes. Ejemplo: la figura del busto femenino en casa de la tía Paula en Volver es la misma que aparece nada menos que ese ejemplo de terror urbano llamado "El pisito" (Marco Ferreri con guión de Azcona, 1959).
Volvamos a lo más concreto que ya está bien de teorizar. Pedro, como siempre, se apoya en un reparto de una magnitud increible. Hasta para los papeles más menudos recurre a actores y actrices como Carmen Machi, Antonio Banderas, Penélope Cruz, Paz Vega. Ya no digo nada de los papeles principales, aunque es básicamente y siguiendo la mejor tradición del cine español, una película muy coral, papeles a cargo de la
magnífica Cecilia Roth, la siempre inesperada Lola Dueñas, Blanca Suárez con un papel episódico pero muy contundente. Por una vez hay más hombres que mujeres a la hora de destacar actores en una obra de Pedro. Antonio de la Torre, cada escena de este hombre es un descubrimiento en cada película, de "Por una palabra tuya" a "Gordos" y por supuesto ésta. Willi Toledo, buen actor sin duda, digamos que le falta papel, Hugo Silva, el único que no se mueve en toda la pelicula, y curiosamente es la primera en que le veo vestido en todo momento, perdón si ofendo pero lo que he visto ...., está muy bien en un papel sorprendente. Especial intensidad personal tiene para mí el actor mexicano José María Yazpik, al evocar un tiempo muy especial para mi generación: los desnudos-acontecimiento de Interviu en una interpretación sobra, como la de José Luis Torrijo, personaje ambiguo y menos claro de lo que parece. Mención aparte merecen los azafatos Carlos Areces y Raúl Arévalo: desmadrados, desvergonzados, salidos y con más pluma de la que cabe en el avión, poniéndose el chaleco en la demostración están desternillantes por contraste, sencillamente un hallazgo-soporte, indispensables para la trama y un regalo inesperado. Ahora bien hay que destacar y mucho a Javier Cámara. Ya sabíamos de lo que es capaz gracias a Hable con ella, ese Benigno le hará pasar a la historia, claro aquí se come la pantalla el solo. Destaca con mucho sobre los demás no por que su personaje destaque, que también, sino por la fuerza con que llena la escena. Su pareja es una de las pocas cosas que pueden sorprenderme a mí en el cine.
Resumiendo, que es gerundio, una magnífica película que no será la mejor de Pedro pero sin duda no desmerece a las demás y aun diría que está por encima de algunas (va en gustos pero diría que La mala educación está por debajo) Si no queréis complicaros la vida: risas sin pretensiones, jajajá jijiji, si queréis mirarla a fondo .... pero esa es otra historia.
Yo también soy pedrófilo pero es la primera vez que salgo de ver una película suya decepcionado, mas que eso, cabreado. ¿Por qué? Lo resumiré en 3 palabras: no me reí.
ResponderEliminarCuando uno hace una comedia disparatada en la que todo vale es para que te partas. Y no. Todo ese autohomenaje se traduce en dejavus y chistes viejos.
La escena de arranque con Penélope y Antonio no tiene la menor gracia. El monólogo de la Machi (tan espléndido el de la concejala antropófaga) tampoco. Lo de W. Toledo, Paz Vega y Blanca Suarez no va a ninguna parte... Un desastre.
Luego está todo lo bueno de las películas de Pedro, sobre todo para los que nos gusta, que apuntas en estas entradas y que estoy seguro de que cuando se me pase el cabreo disfrutaré en una segunda visión reposada en casa.
Cotilleo: la semana pasada voy por la calle Almagro, se baja de un coche Almodovar y se pone a fotografiar una marquesina donde se anunciaba su peli. Y yo sin mi cámara.
Un abrazo
Creo que la clave es que no es una película para reirse, casi nunca Almodóvar lo es. Te doy la razón en lo del episodio de Carmen Machi etc, no va a ninguna parte, pero eso es característico de toda la trayectoria almodovariana. Pepi la de Pepi,Luci etc, es la Pepa de Mujeres, pero la Manuela de La flor de mi secreto es la Manuela de Todo sobre mi madre. El relato colateral del texto de Amanda Gris en La flor de mi secreto es Volver. En cada film Pedro lanza muchas historias, alguna de las cuales recoge y otras no. Aparte de eso espero que Pedro encuentre pronto la película para Carmen Machi, están hechos el uno para el otro. Reconozco igualmente que algo de autohomenaje hay, pero si yo fuera director y tuviera que ver al Segura presumiendo en la entrega los Goya de que es quien más dinero gana a pesar de la .... de sus películas creo que me sería difícil no quererme y hasta bajar el listón un pelín.
EliminarLas cámaras nunca están cuando se les necesita jejeje.
Aún no he podido ir a verla, pero cada vez tengo más ganas, aunque sólo sea para echarme unas risas, que por cierto buena falta nos hacen a todos.
ResponderEliminarAdemás soy almodovariano total.
Ya ves que con respecto a las risas hay división de opiniones. A mí me gustó y me lo pasé bien, la verdad.
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