Cuando empezó la moda de las prendas rojas para recibir el año aprovechaba cada año para probar diversos tipos. Lo cierto es que para mí calzoncillos y bañadores, cuando más exiguos mejor. El caso es que en la calle Preciados de Madrid entonces, ahora en Carmen, abrieron una tienda de ropa interiror "Intimissimi" o algo así. En el escaparate de hace ya al menos diez años había algo parecido a lo de la foto. Escueto, rojo, de malla justo para llevar algo puesto y que no lo pareciera. Luego descubrí que no, que hay otras formas. Volvamos a Intimissimi. Además de lo bastante escaso para mis gustos, era barato. Así que entré con mi silla de ruedas y acercandome educadamente a una señorita y después de desearle una Feliz Navidad, le pedí el tanga en cuestión. Aquella mujer, muestrario de la elgancia fácil de mala dependienta, me miró con tal asco que si no me dijo "a ti no, bicho" fue, supongo, por que se le podría caer el estucado con tantas palabras. Pocas veces me he sentido tan ridículo como en esos momentos. Es cierto que estoy más cerca de Quasimodo que de Adonis, en realidad mucho más cerca, pero lo ridículo que yo pudiera estar con eso ella, gracias a Dios, no lo iba a ver. Además en una cosa tan lúdica como esta chorradita del calzoncillo rojo, en esta época del año, si a algo se presta es a una broma. (como cuando tuve que irme a un sex-shop un 31 de diciembre a buscar unas bragas rojas para una amiga, que nos estuvimos riendo el dependiente y yo un rato largo) Aquella mujer me había mirado y calificado como ganado, y el rictus de asco lo cantaba. Me dio el paqutito con la punta de los dedos y tragándome sapos, culebras y anacondas, salí respirando hondo.Naturalmente a Dios puse por testigo de no volver a pisar ese comercio.
Pues hete aquí que con las subidas salvajes de los alquileres de renta antigua, el centro de Madrid está cambiando su panorama comercial (eso sí en casi todas partes te venden camisetas del Barça) e Intimissimi cambió de local y ubicación de manera que hace esquina y si por una de las calles hay uno par o tres escalones, por la otra tiene una entrada lisa. Creí como un buen imbécil que soy que la politica de la empresa habría cambiado, simplemente teniéndonos en cuenta. Así que me dirijo "loco de contento" a la tienda y más concretamente a la puerta de acceso liso. No sólo había el típico cartel "entrada por la otra puerta" sino que estaba cerrada y creo que me pareció ver un candado. Esto podía no ser cierto por que ya estaba obnubilado, pero cerrada estaba. "A ti, no, bicho". Asi terminé el año, y si fuera uno el caso, pero no. Yo no me visto como quiero sino en lo que quepo de las tiendas en las que puedo entrar. Cierto es, seamos justos, qie las cosas van cambiando, pero se me acerca la jubilación y no han llegado los cambios que parecían inminentes cuando hice la selectividad.
Como enero es bifronte y mira al año pasado y al futuro y lo he empezado acatarado y bien, mi casa entre los adornos que este año han quedado lamentables después de perderlos todos, y volver encontrarlos, es un caos absoluto y mi cabeza ni os cuento. Así he de afrontar Reyes, mi fiesta predilecta (lo reconozco, me encanta regalar) que antes era la fiesta de mi casa, ahora, es apenas un breve intercambio de regalos con unos pocos amigos que siempre tienen prisa.
Me estoy devanando la cabeza para rematar la entrada con un toque positivo. Bueno, esperemos que Garci no haga una película.
Veo que empiezas el año con buen humor lo que ya es un regalo.
ResponderEliminarEl año que viene me pongo el tanga rojo, ya te pediré consejo.
¡Feliz año!