Hasta hace exactamente cinco años había pasado mis veranos en un pueblo, otrora entrañable, costero y levantino. Hace cinco años que me libré de aquella condena y paso mis vacaciones en mi casita en mis madriles y si alguna vez pienso que quizás me conviniera cambiar de aires me curo inmediatamente recordando aquellos 36 años en la costa levantina, en el mismo pueblo y en la misma playa. Mano de santo. El caso es que en tanto tiempo y tomándose las cosas como yo las tomo, con mucha paciencia y mirando (cotilleando también, no hay que negar nunca las fuentes de información) y, también, todo hay que decirlo, cubriendo con cierta imaginación las lagunas que deja la observación he llegado a coleccionar cual si de mariposas ensartadas en alfileres y puestas al lado de la tele, junto a la flamenquita de la castañuela y esa figura que todos tenemos que está ahí por que es fácil tropezar con ella y tirarla a ver si se rompe de una vez (desengañaos, esas figuras no se rompen), una galería de personajes que “a Dios pongo por testigo”, como diría mi idolatrada Escarlata, no son del todo ficción, digamos que sólo tienen un cuarto de vuelta de tuerca más que los originales. Como por alguno hay que empezar empezaremos por una dama: La abuela triplicada.
Durante unos años vivía el verano en una casita estrecha y poco profunda, incómoda y calurosa, piso bajo, por supuesto. Tenía una única ventaja que era una habitación que recogía la brisa marina y que te permitía leer cómodamente durante horas, así que a las tres y media o cuatro me sentaba con mis tochos veraniegos y me daban las diez tan a gusto leyendo, o así hubiera debido ser por que mi vecina según se sale a la derecha, proba dama cincuentosesentona, a eso de las ocho de la tarde salía a tomar el fresco seguida por su pobre nietecillo. Y digo pobre por que no sólo me le sacaba repeinado y casi con corbata a sus seis u ocho años en el mes de agosto si no por que la abuela comenzaba a hablarle sin parar en voz muy alta como si fuera sordo. Eso sí, todo, absolutamente todo, lo decía por triplicado.
-Pepito ¿quieres merendar?, Pepito ¿quieres merendar?, Pepito ¿quieres merendar? Pepito, ¿te hago la merienda?, Pepito, ¿te hago la merienda?, Pepito, ¿te hago la merienda? Pepito ¿Qué te pongo en el bocadillo?, Pepito ¿Qué te pongo en el bocadillo?, Pepito ¿Qué te pongo en el bocadillo? Pepito ¿te pongo un poco york en el bocadillo?, Pepito ¿te pongo un poco york en el bocadillo?, Pepito ¿te pongo un poco york en el bocadillo?, Pepito: te pongo un poco york en el bocadillo, Pepito: te pongo un poco york en el bocadillo, Pepito: te pongo un poco york en el bocadillo, Pepito, te estoy haciendo el bocadillo, Pepito, te estoy haciendo el bocadillo, Pepito, te estoy haciendo el bocadillo –y así seguía durante horas ante la expresión del crío, atontao perdido, ángelico, y mi progresiva crispación que me hacía escapar de la casa para no estrangularla con el york, el bocadillo, o con el propio Pepito.
Uno puede pensar que es un ejemplar único, pero un año Pepito había tenido una hermanita y la madre la paseaba por la calle con pocos meses hablando ese lenguaje para tontos con que hablamos a los bebés pero… por triplicado.
Durante unos años vivía el verano en una casita estrecha y poco profunda, incómoda y calurosa, piso bajo, por supuesto. Tenía una única ventaja que era una habitación que recogía la brisa marina y que te permitía leer cómodamente durante horas, así que a las tres y media o cuatro me sentaba con mis tochos veraniegos y me daban las diez tan a gusto leyendo, o así hubiera debido ser por que mi vecina según se sale a la derecha, proba dama cincuentosesentona, a eso de las ocho de la tarde salía a tomar el fresco seguida por su pobre nietecillo. Y digo pobre por que no sólo me le sacaba repeinado y casi con corbata a sus seis u ocho años en el mes de agosto si no por que la abuela comenzaba a hablarle sin parar en voz muy alta como si fuera sordo. Eso sí, todo, absolutamente todo, lo decía por triplicado.
-Pepito ¿quieres merendar?, Pepito ¿quieres merendar?, Pepito ¿quieres merendar? Pepito, ¿te hago la merienda?, Pepito, ¿te hago la merienda?, Pepito, ¿te hago la merienda? Pepito ¿Qué te pongo en el bocadillo?, Pepito ¿Qué te pongo en el bocadillo?, Pepito ¿Qué te pongo en el bocadillo? Pepito ¿te pongo un poco york en el bocadillo?, Pepito ¿te pongo un poco york en el bocadillo?, Pepito ¿te pongo un poco york en el bocadillo?, Pepito: te pongo un poco york en el bocadillo, Pepito: te pongo un poco york en el bocadillo, Pepito: te pongo un poco york en el bocadillo, Pepito, te estoy haciendo el bocadillo, Pepito, te estoy haciendo el bocadillo, Pepito, te estoy haciendo el bocadillo –y así seguía durante horas ante la expresión del crío, atontao perdido, ángelico, y mi progresiva crispación que me hacía escapar de la casa para no estrangularla con el york, el bocadillo, o con el propio Pepito.
Uno puede pensar que es un ejemplar único, pero un año Pepito había tenido una hermanita y la madre la paseaba por la calle con pocos meses hablando ese lenguaje para tontos con que hablamos a los bebés pero… por triplicado.
jaja cari, me encanta esta disección que estás haciendo de toda la sociedad en general. Creo que estos tipos veraniegos te van a dar mucho juego... y es que son auténticos arquetipos.
ResponderEliminarAsí que ya sabes que se dice: "¿Tú como pasas las vacaciones, felizmente o en familia?" jaja
Bezos.
Todo viene de algún lugar, inclusive la estupidez, querido amigo.
ResponderEliminarMe encantan estos relatos costumbristas!
BESOTES GUAPO!
Como no pude comentar las dos entradas anteriores, te dejo en esta las felicitaciones a las tres (no a las 15:00 sino a las 3 entradas, jaja). Aunque me repita casi como una abuela triplicada, te diré por enésima vez que escribes de maravilla, tienes un uso del lenguaje que se balancea perfectamente entre lo académico y lo popular, nunca resulta pomposo ni estirado ni por supuesto vulgar ni pedestre. Enhorabuena por ello. Y yendo al asunto en sí, pues qué decirte...que me he reido mucho con tu catalogación de la fauna variopinta (y muchas veces altamente asesinable) y que se esperan con gran interés las próximas entregas!!!
ResponderEliminarUn besote, maestro.