Esta mañana al abrir la ventana antes de hacerme el desayuno, justo otra ventana igual que la mía grande de cristal traslúcido me ha hecho ver un velero con el velamen desplegado, movido por vientos quietos y luces aun indecisas. Un viaje, un largo viaje de fondos azules sin puertos definitivos, una travesía sin destino ni origen.
Era ropa tendida en un tendedero de interior.
Como casi todo.
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