Quienes vean la imagen con que inicio la entrada se imaginarán que nada bueno voy a decir.
Mariola y Manolo tendrán que esperar turno, lo de hoy es tan triste, tan triste que no deja espacio para relatos.
Antes que nada ayer al entrar en el escritorio de blogguer me llevé el gran disgusto. L'armari obert, http://leopoldest.blogspot.com.es/2013/11/larmari-obert-punto-y-final.html , un blog con una talla excepcional que aportaba tanto conocimiento, tanta historia y tanto dato sobre la historia de las minorías sexuales. Ese armario lleno de rigor se cierra. Una pérdida irreparable pues pocos podrán alcanzarle en su tema. Lo peor no es su pérdida que ya sería suficiente para hablar de él, lo peor, y se me abren las carnes al decirlo, son los argumentos que emplea: autocensura, bronca, censura. Asi se cierran las puertas, primero, luego las ventanas y, finalmente, se apagan las luces. Poco a poco lo van consiguiendo. ¡Cuanto costó abrir armarios y con cuanta facilidad los van cerrando! si se me permite el juego de palabras con el título del blog. No he dejado nada en los comentarios pues es demasiado lo que habría que decir para decirlo ni siquiera dedicándole en exclusiva la entrada al tema.
Las luces han empezado a apagarse. Signo inequívoco del fin de los tiempos, por lo menos de los tiempos en que un ser humano cabal pueda considerar dignos de ser vividos. Y se apagan deprisa, muy deprisa. El sábado pasado me fui de compras a la Puerta del Sol. La librería de El Corte Inglés que, querámoslo o no, es una institución de referencia en esta ciudad tenía un escaparate exclusivamente dedicado a un libro. El que da a Sol, precisamente, vamos el que más se ve, el que más llama. Me sorprendió que en estas fechas en que el libro es regalo y cuanta más variedad se ofrezca más posibilidades de enganchar al viandante así que me acerqué a ver qué obra maestra era la que ocupaba el lugar de privilegio. ¿Acaso un premio Nobel, acaso un premio Cervantes, acaso un escritor de fuste, un Felix Grande por ejemplo? Pues no. Es un libro de, o firmado por, una moza de muelle fácil que alcanzó notoriedad por otro tipo de facilidad y que la mantiene a base de alardear de ... me callo por que todos sabemos a qué se dedica esta buena mujer. Para mayor escarnio el prólogo es de Boris Izaguirre, de cuya talla también sabemos todos. Me acordé de Jovellanos encerrado, de los ilustrados exilados o fusilados, de los intelectuales represaliados, de cuantos lucharon por una educación para el país, de cuantos se dejaron la vida intentando que sus niños, en el sentido de alumnos, tuvieran la capacidad de pensar y discernir, de cuantos trabajaron hasta dejarse la vida en el afán de mejorar el país. Las danaides fueron condenadas en el averno griego a estar eternamente acarreando agua para llenar un cántaro sin fondo. Como ellas fueron todos aquellos mártires con Jovellanos al frente, por poner a alguien, que pretendieron educar al cántaro sin fondo de los españoles, la consecuencia es que este país es el Averno, pues sí, parece que sí. El libro se está vendiendo como churros calientes, o eso dicen, y supongo que como yo somos muchos los que lamentamos haber dedicado nuestra vida a la cultura y su divulgación, mal pagados -cuando lo estamos- y peor considerados cuando podíamos habernos hecho famosuelo enseñando el culo, abogados de estafadores, o concejales de urbanismo si se conoce al estafador adecuado. También funciona el ser novio de famosa/o y el tradicional empleo de gigoló, cuando no lo de hacerse descuidero de guante blanco, pongo por caso. Juventudes perdidas entre libros cuando podíamos haber estado de juerga intentando que nos metiera mano alguien de renombre para correr a vender la exclusiva. Cierto que la mayoría son glorias de un día pero en ese día han ganado más dinero -y el dinero es supervivencia, no otra cosa- que lo que ganamos uno de nosotros en una vida. A ellos se les admira, se corre a comprar sus libros a ver sus programas televisivos forrando a las cadenas con audiencias inauditas y hasta a que les firmen los libros. A nosotros no deja de recordársenos que no ganamos dinero.
Permitidme un comentario añadido. Hace poco, donde voy a aprender a pintar, o a intentarlo al menos, pensé que podría interesarles unas charlas sobre la exposición de Velázquez que tiene lugar en Museo del Prado. Acerté de pleno, todo el mundo se mostró de lo más interesado en ello, hasta que se dieron cuenta de que había que pagar. Todo interés desapareció por 25€ seis horas en tres jornadas. Seguro que están corriendo a comprar el libro de la dama de muelle fácil. No me sorprendió, estoy acostumbrado, sólo lamento primero no haber sabido antes en país vivo y su actitud ante la cultura (hubiera estudiado Rita la Cantaora), y que su victoria sea tan absoluta como para acabar cosas como L'armari obert.
En realidad, no merecen más que lo que tienen (y tenemos los demás, gracias a ellos, claro) corrupción, despotismo, chulería, desprecio y que el dinero acabe en las cuentas en Suiza de las familias que controlan el caciquismo desde el XVIII.
Danaides de Waterhouse 1906, para que haya algo bello en esta entrada.
A veces nos estampanan la realidad en toda la cara y duele .Ya lo creo que duele. Pero pronto llega la Navidad y no quiero empezar a sufrir antes de tiempo. ¡Animo!
ResponderEliminarBueno, ya sabes que soy heraldo de estas fiestas, así que la Navidad no llega, y por tanto no empiezas a sufrir, hasta que yo la declare inaugurada.
EliminarLo malo de la realidad es que, de vez en cuando, te deja tener esperanzas para luego vomitarte encima a esa pájara.
Un abrazo
Es terrible, hay que ver el éxito de la incultura, y todo el dinero que mueve, como si las Danaides nunca encontraran reposo. Y el arte, Joaquín, el de verdad, a veces se rechaza incluso cuando lo ofrecen gratis. Me ha pasado muchas veces de ir a exposiciones en las que la entrada es libre y gratuita, y me he visto allí más solo que la una. Y a unos cuantos metros, en la puerta de un cine, la gente hace cola para ver la última bazofia de Hollywood. Quizás sea también un problema de marketing, porque si a un solo pintor se le dedicaran tres horas en horario de máxima audiencia en la tele, como a esta impresentable, el público al menos tendría curiosidad. Pero, claro, ya se sabe que interesa más tener a la plebe como borregos adormecidos. Un abrazo, compañero.
ResponderEliminarY al público le interesa no tener que hacer esfuerzos. Me temo que parte de culpa es de eso que llaman pueblo del que ya hablé con palabras ajenas en otra entrada. Mejor que otros solucionen los problemas, "que inventen ellos", mejor que vaya otro y, finalmente, mejor que otros piensen por mí. Por eso cuando se preguntan si hay vida inteligente en el universo yo me pregunto si la hay en la tierra.
EliminarUn abrazo
Vivimos la época del fast-food, lo peor el fast-food mental y luchar contra eso parece una tarea perdida, este nunca ha sido un país dado a la cultura, sencillamente la molicie el desprecio a lo desconocido, la falta de interés y la burranguería son marcas de la casa. Aquí otro que está pensando en bajar el telón.
ResponderEliminarJavier, no tires la toalla, hazlo por todos los que te seguimos y bebemos de tu erudición.
EliminarNo, por favor, entre otras cosas por que abandonar es darles la razón.
EliminarUn abrazo.
La chica que limpia en mi oficina, esta leyendo "Casaté y se sumisa", muy bueno, dice, ya ha leído tres paginas. Se lo recomendó su marido. Que lo lean les aconseja a mis compañeras, alguna de ellas ni siquiera sabe de que les esta hablando. Ha llegado el momento del exilio interior, Joaquín.
ResponderEliminarBueno, al fin y al cabo recuerda que Valentino era un desconocido hasta que sacó el zurriago en "El hijo del Caid" creo recordar y dio una somanta fina a la frágil heroina de los veinte. Desde entonces se convirtió en un mito erótico. Menos mal que nada es absoluto.
EliminarPor cierto: yo llevo toda mi vida en ese exilio interior.
Un abrazo